Así iba a ser el coche del futuro: Cornell-Liberty Safety Car

Así iba a ser el coche del futuro: Cornell-Liberty Safety Car
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Siempre me ha sorprendido la diferencia entre la aviación y el mundo de los vehículos, la evolución que han vivido ambos ha sido completamente dispar y aunque la conciencia popular sigue hablándonos de un mercado importante, es el de la aviación el que siempre lleva la delantera. De allí salieron cosas tan conocidas como el cinturón de seguridad, y otras con no tanta fama como el Cornell-Liberty Safety Car.

Al inicio de los 50 y tras haber hecho lo propio con las cabinas de aviones, la Universidad Cornell iniciaba un estudio realizando una prueba de choque con maniquíes (lo que ahora es a veces más conocido como crash-test), rompiendo con todo lo establecido hasta el momento y abandonando prácticas que incluían cadáveres, animales o incluso los propios técnicos.

Ideas que salvan vidas

Antes de todo aquello la respuesta de ingenieros y diseñadores era que estábamos ante un riesgo que debíamos asumir, que nunca se iba a poder controlar la seguridad de los ocupantes. Que hablen del número de muertos que tus coches han provocado no debe ser muy buena publicidad, así que crear el coche más seguro posible se había convertido en una competición que merecía ser jugada.

Cornell Liberty Safety Car

Dar con la clave era imprescindible, sin importar si con unos muñecos habrían podido hacerlo igual de bien. Cuerpos embalsamados en los estudios de la Universidad Estatal de Wayne demostraban que la cabeza podía soportar bastante más de lo que creían, y de ahí en adelante el cuerpo humano al completo pasó por las pruebas de choque.

Si golpea, dónde debe hacerlo, qué ocurre con los órganos internos en determinadas situaciones, problemas a soluciones que aún siguen despertando la sorpresa o el rechazo pero se mantienen por su utilidad. Los dummies, sin embargo, se convirtieron en un personaje entrañable que salvaba vidas.

La creación del Cornell-Liberty Safety Car

Cornell Liberty Safety Car

En 1952 el Laboratorio Aeronáutico Cornell se apoyaba en una compañía de seguros para unir todas las piezas del puzle y crear el coche más seguro del mundo. El Cornell-Liberty Safety Car fue el billete del éxito de la posterior Calspan Corporation, compañía que acabaría renovando nuestra evolución con carreras aeroespaciales, radares y lecturas dactilares.

No era de extrañar que las posibilidades que abrazaba el Cornell acabasen siendo adaptadas por el resto de compañías del sector, creando sus propios proyectos de pruebas de choque y mejorando lo que había sido capaz de ofrecer aquél curioso prototipo.

No nos quedamos con todo, los salpicaderos acolchados demostraron ser una buena idea pero no la mejor, y el cinturón de seguridad pasó a añadir varios anclajes de la mano de Nils Bohlin y Volvo algunos años después. Aquello era demasiado importante para estar guardado en una oficina de patentes, así que la marca decidió liberar la idea para que el resto de compañías la usasen.

Entre competiciones sobre potencia y diseño, los creadores del Cornell describieron el proyecto como el primer vehículo del mundo en ser construido con la seguridad en mente. No les funcionó demasiado bien lo de hacerlo bonito y cómodo, al menos por lo que dejan entrever las pocas fotografías del modelo (lo de incluir al conductor en el centro le resta varios puntos), pero se olvida al conocer sus añadidos, desde dirección asistida hasta cierres a prueba de accidentes o manillares que absorbían impactos.

Una huella en la historia poco acorde a sus méritos

El resultado actual lo conocéis todos, son sistemas que tardaron algunos años más en convertirse en imprescindibles y acompañarnos día tras día, pero el vehículo que convirtió en algo importante todas esas premisas juntas descansa en el museo Henry Ford con la sensación de que el mundo le ha olvidado.

Cornell Liberty Safety Car

Aquella modificación del vehículo de Ford ni siquiera se movía, pero no le hizo falta para convertirse en una de las creaciones más importantes de esta industria, millones de vidas son la prueba de que algo se hizo bien y por eso los estudios de sistemas de seguridad nunca deberían detenerse.

La próxima vez que apoyes tus ideas en el reposacabezas acuérdate del Cornell, en un coche que nunca se preocupó por su estética, pero lo incluyó para demostrar que más allá de un elemento decorativo que podían ahorrarse los vehículos más accesibles, el sistema podía convertirse en un preventivo frente a las lesiones cervicales. Mires donde mires dentro de tu vehículo puedes encontrar algo que te recuerde a este simpático clásico.

Cornell-Liberty Safety Car en el Museo Henry Ford

Imágenes | Wikipedia, Flickr, TechRepublic En Motorpasión Futuro | Así iba a ser el coche del futuro

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