Ford quiere fabricar los asientos de sus coches a base de CO₂ reciclado (y no es tan caro)

Ford quiere fabricar los asientos de sus coches a base de CO₂ reciclado (y no es tan caro)
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Hay fabricantes que se caracterizan por explorar nuevas vías de reducción de su impacto medioambiental sin estar tan directamente relacionadas con el tubo de escape de sus vehículos o con los principales y presuntamente más razonables caminos que nos brinda la movilidad alternativa.

Si, por ejemplo, la alquimia es la asignatura predilecta en Audi tratando de desarrollar nuevos combustibles, en Ford lo propio es el reciclaje, quizá con fórmulas más variopintas que la de otros fabricantes. Precisamente, la última innovación aplicada parece algo más contundente y con menos potencial visual de mercadotecnia que sus anteriores experimentos con botellas de refresco o restos de la fabricación de ketchup.

No por ello lo obviaremos. Esta vez Ford anuncia un nuevo método que permite el reciclado del dióxido de carbono para aplicarlo en la fabricación de plásticos y espumas en sus modelos de aquí a cinco años. En el fondo, se trata de implementar sus técnicas de reciclaje con el objetivo de continuar reduciendo el uso de los derivados del petróleo.

Ford Reciclaje

En ese sentido, Ford y algunos otros fabricantes llevan tiempo tratando de introducir nuevos materiales como la espuma de soja. De hecho, esta línea de desarrollo de los Dearborn se inició en 2007.

Para el caso que nos ocupa, la compañía ha estado trabajando en los últimos tres años con varias universidades y proveedores como Novomer, que ya comercializa este mismo sistema catalizador que transforma las emisiones de CO2 en polímeros de aplicación directa como plásticos de fácil reciclaje. Una de las grandes ventajas de estos procesos es que no requiere de una gran inversión económica para llevarse a cabo, ya que no hacen uso de metales preciosos durante la síntesis.

Según Ford, puede aplicar estos procesos para la fabricación de asientos y otros elementos del vehículos, y estima un potencial ahorro de algo más de 270.000 toneladas anuales de materiales fabricados a base de oro negro. Claro que para eso habría que aplicar todas las variables que han utilizado en el ambicioso cálculo de la anterior cifra.

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