El pasado domingo, 8 de mayo, se cumplieron 29 años del fallecimiento de Gilles Villeneuve en el trazado belga de Zolder. Por méritos propios, el canadiense es uno de los mejores pilotos de la historia que no tiene un título en su palmarés. Aún sin títulos, podríamos considerarlo dentro de ese selecto grupo de maestros al volante. Pero como cuando hablamos de genios las palabras a veces se quedan cortas, esta vez nuestro homenaje será utilizando palabras del que fuera uno de sus rivales.
Gilles fue el bastardo más duro con el que jamás competí, pero era completamente limpio
Con estás palabras definía Keke Rosberg, Campeón del Mundo de Fórmula 1 de 1982, a su gran rival Gilles Villeneuve. Por su parte, en Ferrari, lo llamaban el Príncipe de la destrucción por su “manía” de hacer trabajar mucho a sus mecánicos de Ferrari.
Villeneuve era un piloto rápido, visceral, y sobre todo muy espectacular. Pero más allá de calificativos, al canadiense lo recordamos por momentos de “locura” como el Gran Premio de Holanda de 1979 o quizás por una de las mejores batallas de la historia durante el Gran Premio de Francia del mismo año junto con René Arnoux. Sallut Gilles!
