McLaren: de ser el equipo de Senna, a ser un equipo de pena

McLaren: de ser el equipo de Senna, a ser un equipo de pena
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Es sorprendente la degradación que ha sufrido una escudería tan legendaria como exitosa en apenas una temporada. McLaren ha pasado, en el mismo tiempo que se tarda en disputar 17 Grandes Premios, de ser la escudería elegante y ganadora que merece estar siempre en lo más alto sólo por su pedigrí, a ser una escuadra tramposa e irrespetuosa que ha revolucionado la Fórmula 1.

Ron Dennis ha pasado de ser el valiente jefe de equipo con las suficientes agallas de meter en un mismo box a parejas tan impactantes como Lauda-Prost, Senna-Prost o Raikkonen-Montoya, a ser un absolutamente superado por la situación vendedor de igualdad inexistente. Aunque por alguna extraña razón, nunca antes había quedado tan en evidencia. Y si no que le pregunten sobre Ron a David Coulthard, o a Juan Pablo Montoya, o a Kimi Raikkonen, o…

Y es que si Bruce McLaren levantara la cabeza… Desde que fundara su propia escudería allá por el año 1963 (aunque su primera participación en Grandes Premios fue en Mónaco 1966), no se había visto nada parecido en un equipo de la talla de McLaren, que atesora en sus vitrinas más de 150 trofeos de victorias, 11 campeonatos del mundo de pilotos, y 8 de escuderías.

Pero para ser justos con la historia, fue la llegada de Ron Dennis a McLaren a principios de la década de los 80 lo que catapultó definitivamente a la escudería británica. Casualidad o no, con Dennis llegaron los años dorados de McLaren, en los que Niki Lauda, Alain Prost o Ayrton Senna hicieron grande la leyenda de este deporte en general y de la escudería de Woking en particular. Tal era el poder de McLaren a finales de los 80, que en la temporada 1988 se permitieron el lujo de ganar 15 de las 16 carreras de esa temporada. Claro, tener a dos monstruos como Senna y Prost al volante también tenía que notarse…

Senna con McLaren

Pero entramos en la década de los 90, y el testigo del dominio de la Fórmula 1 pasó a manos de Williams. Esos años fueron una travesía por el desierto para McLaren, que vio como iban pasando motores por la trasera de sus monoplazas desde la retirada de Honda en el 1992: Ford, Lamorghini, Peugeot… Hasta que en 1995 llegaron los motores Mercedes-Benz preparados por Ilmor. Los resultados tardaron en llegar, pero llegaron. En 1998 y 1999, Mika Hakkinen logró dos Campeonato del Mundo de pilotos, y parecía que McLaren volvía a estar en la cúspide.

Pero la década del 2000 iba a ser roja. Tan roja como 5 mundiales consecutivos de Michael Schumacher y Ferrari, y cada MP-x que salía de Woking era una nueva decepción. Por una cosa u otra, nunca llegaban a ganar. O faltaba velocidad, o faltaba fiabilidad, pero no había manera de encontrar la fórmula de la victoria. Hasta que con la llegada de 2007, llegó también Fernando Alonso.

La entrada del bicampeón del mundo de 2005 y 2006 al equipo, mostró la luz al final del túnel, y de golpe se aunaron velocidad y fiabilidad en el MP4-22. Además, el debutante Lewis Hamilton parecía ser un complemento perfecto, y el equipo parecía lanzado a lograr los campeonatos del mundo de pilotos y escuderías. Pero falló la gestión deportiva, y Ron Dennis dio al traste con una oportunidad única de volver a saborear el éxito.

Alonso en McLaren

Lo de este 2007 ha sido un revés durísimo en la imagen de McLaren, que por si fuera poco con la mala gestión de sus dos pilotos titulares, se ha visto envuelta en uno de los affaires más incómodos de la historia de la Fórmula 1: el famoso caso de espionaje. El mundo entero se ha mofado, burlado, reído, cachondeado de McLaren. Han sembrado un odio y una repulsa que jamás hubiera imaginado. Todo por mentirnos. Todo por engañar a la gente con su “principio de igualdad”.

Sinceramente, cuando oiga el nombre de McLaren, prefiero seguir teniendo en mi cabeza la imagen de ese monoplaza blanco y rojo-anaranjado en el que se podía apreciar el casco amarillo de un tal Ayrton Senna. Quizás los más “veteranos” optaréis por asociar McLaren a Niki Lauda, o a James Hunt, o a Emmerson Fittipaldi, o incluso a Denny Hulme, pero permitidme aclarar una cosa sobre el equipo de este 2007: “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”.

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