La calle más empinada del mundo está en Gales, ha ganado el Récord Guinness y ni los coches pueden con ella

La calle más empinada del mundo está en Gales, ha ganado el Récord Guinness y ni los coches pueden con ella
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Ffordd Pen Llech. Memoriza ese nombre y cuando andes por la localidad de Harlech (Gwynedd, Gales, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte) no olvides pasar por allí. El pueblo cuenta con menos de 1.700 habitantes, pero seguro que a partir de ahora va a tener muchos visitantes, ya que se ha hecho con el Récord Guinness a la calle con la mayor pendiente del mundo. Una pendiente máxima del 37,45 %.

Así lo recoge The Guardian en un amplio informe con el que, de paso, despachan a los lugareños de Dunedin (Otago, Nueva Zelanda), que gozaban hasta ahora del curioso privilegio de tener en su municipio la calle más empinada del mundo, con una pendiente del 35 % que se ha quedado en nada frente a la sensiblemente más inclinada calle galesa.

Una pendiente ideal para descensos apresurados

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La inclinación de una pendiente se calcula en función de los metros descendidos a lo largo de una distancia recorrida en el plano horizontal. Así, si descendemos un total de 10 metros a lo largo de 100 metros de distancia horizontal, tenemos una pendiente del 10 %, y el ángulo que forma esa pendiente con respecto al plano horizontal es de unos 6 °, aproximadamente.

Como la situación puede resultar problemática para la circulación de vehículos, los fuertes descensos o ascensos se suelen señalizar con la advertencia de peligro P-16a o P-16b, dependiendo de si es una "bajada con fuerte pendiente" o una "subida con fuerte pendiente".

De forma adicional, con un poco de trigonometría podemos calcular el valor del ángulo que tiene la pendiente sobre el plano horizontal.

Pendiente

Para hallar los valores del ángulo α, primero empleamos el teorema de Pitágoras para deducir cuánto mide la hipotenusa del triángulo (la longitud de la carretera) conociendo un cateto (la altura), y después calculamos el ángulo teniendo en cuenta que la función trigonométrica sin(α) equivale a la división entre la altura y la longitud de la carretera.

En el tramo más duro de la Ffordd Pen Llech, para avanzar poco más de dos metros y medio es necesario ascender o descender un metro de altura.

En el caso que nos ocupa, las mediciones que realizó Myrddyn Phillips, topógrafo experto en montañas, arrojaron que por 330 metros de distancia recorrida por la carretera, el descenso medio era de un 15 %. Nada del otro mundo.

Sin embargo, como en la realidad nada es tan bonito como en los esquemas, Phillips encontró que en mitad del camino había un tramo de la calle que se inclinaba nada menos que un 37,45 % sobre el plano horizontal. Concretamente, para recorrer 2,67 metros de línea horizontal, el ascenso o descenso era de todo un metro. Y ahí fue cuando el Guinness cambió de manos y se fue de Nueva Zelanda a Reino Unido, tal y como explica el Libro Guinness de los Récords.

Calle Empinada Mundo

De hecho, sobre el mapa queda claro que los esfuerzos que realizan los vecinos del lugar para ir del Castle Restaurant a la Rocking Sheep Company, o viceversa, no es una cuestión relativa a la longitud del trazado, sino al tremendo desnivel que deben afrontar cada vez que pasan por ahí.

Se trata de un desnivel que, en su punto máximo, ni siquiera pueden acometer los coches del pueblo. Y no es de extrañar. Junto a la cota más alta de la Ffordd Pen Llech se encuentra el Castillo de Harlech, una fortaleza famosa por haber resistido en pleno siglo XV el asedio más largo de la historia de las Islas Británicas: siete años de batallas en los que las fuertes pendientes que rodean al castillo no lo debieron de poner nada fácil a sus atacantes.

La calle más empinada del mundo: mapa interactivo e instrucciones de uso

Tal como ves la imagen incrustada de Google Street View, sigue por ahí por donde se encuentra esa elocuente señal de advertencia de peligro por fuerte pendiente descendente, del 40 %, sobre un aviso que dice "inadecuado para motorizados".

Hazlo, y luego vas avanzando por la callecita de marras, bajando, bajando, y cuando hayas pasado la casa de Afallon, más allá del Defender que hay aparcado a la izquierda, en terreno privado, justo cuando saludes a la buena de la señora Cadwallader (nombre ficticio), que se rasca la oreja izquierda cuando sale a pasear, prepárate para un descenso vertiginoso y revirado que bien podría ser la versión asfaltada del ya mítico tobogán de Estepona.

En un momento estarás de nuevo en la Tierra y habrás conocido la que ya es, oficialmente, la calle más empinada del mundo.

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