Psicología de la velocidad: la diferencia entre 115 y 120 km/h

Psicología de la velocidad: la diferencia entre 115 y 120 km/h
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Hoy he realizado un viaje por autopista. Al entrar en ella, he reseteado la velocidad media y el cuentakilómetros parcial en el ordenador de a bordo, y he conducido casi todo el tiempo con el regulador de velocidad. El ordenador me decía que la velocidad media era de 120 km/h.

A los 53 km (casi el final del viaje), tocaba pasar por el peaje. He tenido mucha suerte con la elección de la cola, sólo he tenido delante dos coches. De hecho, en el peaje adelanté a varios coches que me habían adelantado antes. Además, he pagado con tarjeta, con lo cual es casi inmediato.

Pero justo al salir del peaje, la velocidad media había bajado a 115 km/h, y se mantuvo así hasta llegar al final de la autopista. ¿Qué conclusión sacamos de todo esto?

La primera es que la diferencia entre 115 y 120 km/h durante 53 km es “un suspiro”, que ni siquiera un minuto. Y repito, he tenido que esperar muy poco comparado con el tiempo de espera habitual e incluso con el resto de coches que pasaban en ese momento.

¿Cuánto será entonces un semáforo en rojo o coger tráfico? ¿Y parar a repostar? ¿Y tomar un café? Da que pensar:

  • En un viaje de 70 km, desde tu casa a tu destino encontrarás tráfico, semáforos y demás interrupciones que le pegan auténticos hachazos a tu velocidad media. Aunque conduzcas media hora a 130 km/h en vez de a 120, no conseguirás compensar ni un semáforo.
  • A esas velocidades, el consumo sube de forma cada vez más elevada con la velocidad. Desde el punto de vista económico, no merece la pena ir a “un poco más”.
  • Si viajas a diario por autopista, puedes ganar (casi) 5 km/h de velocidad media utilizando el telepeaje. O visto de otra forma mejor, puedes llegar en el mismo tiempo reduciendo tu velocidad media en 5 km/h, y de paso aumentando la seguridad y bajando el consumo.
  • Si tienes fuerza de voluntad, paga con tarjeta en vez de monedas y reduce tu velocidad un par de kilómetros por hora. Si son lentos dándote el cambio, es equivalente.

Conclusión: el porcentaje de tiempo ahorrado corriendo un poco más es casi despreciable en comparación a la longitud del viaje, y mucho menor del que nos imaginamos.

Todo esto se podría englobar en un tema que investigo (y practico) desde hace tiempo: llegar antes sin correr más, o lo que es equivalente, llegar igual corriendo menos.

Foto | Flickr
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