Sucedió aquella tarde de abril

Sucedió aquella tarde de abril
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Hacía calor aquella tarde. Era miércoles, 20 de abril de 2011, y la segunda Operación Salida de Semana Santa de aquel caluroso año se presentaba complicada en Madrid, tal y como se podía apreciar en los mapas de previsión. La Autovía del Suroeste, la de Extremadura, bajaba anegada de coches y furgonetas. Y entonces llegaron los agentes de la Guardia Civil.

Montaron su dispositivo algo más allá de Navalcarnero, en el punto kilométrico 35,7 de la A-5. La idea era desviar parte del tráfico por un carril habilitado para el sentido contrario al habitual, un by-pass con el que descongestionar la calzada de tres carriles. Y el capitán jefe interino del Subsector de Tráfico de Madrid tomó una decisión. Y uno de los agentes que estaba a su cargo tomó otra decisión.

Cuando hablamos de cuestiones relativas al tráfico, las decisiones que tomamos como conductores vienen condicionadas por nuestra toma de información y nuestro bagaje. En un tiempo de reacción de menos de un segundo no hay hueco para las elucubraciones, de manera que aplicamos lo que sabemos --o creemos saber-- y en función de eso vamos tirando (algo te conté aquí, aquí y aquí).

En el caso de los dispositivos que montan las autoridades reguladoras del tráfico, entiendo que eso es más así todavía. Todo protocolos, todo procedimientos, todo... Aquella tarde, el entonces capitán jefe interino del Subsector de Tráfico de Madrid, Juan Pérez Manzanares, decidió montar un dispositivo algo complicado para canalizar el tráfico de la A-5.

Del escenario al hecho

Esto que te enseño es un incrustado de Google Street View en el que puedes ver las condiciones del lugar en el que el capitán Pérez Manzanares bajó de su vehículo e invadió el tercer carril para llevar a cabo su cometido:


Ver mapa más grande

Habrás observado que la A-5 cuenta en su margen izquierdo con un arcén testimonial, por lo que apenas hay escapatoria por ese punto si surge algún problema. Imagina ahora esa vía cargada de vehículos hasta decir basta. En el mapa de previsiones la A-5 aparecía con el peor color posible en estos casos: el negro. "Más de 18.000 vehículos", rezaba la leyenda.

El capitán Pérez Manzanares decidió salir al tercer carril de la autovía y hacer señales a los conductores para que estos abordasen el desvío hacia el carril habilitado para el sentido contrario al habitual. Sin conos en aquella calzada, sin más herramientas que un par de manos, se puso a intentar canalizar el tráfico. Y ordenó a uno de los agentes que hiciera lo mismo.

Por el Artículo 15 y por el Artículo 2

Y el agente se negó. Con casi 20 años de experiencia en tráfico, temió por su vida y se negó a seguir las órdenes de su mando. Más tarde alegaría no sólo la cuestión de la integridad física que ampara la Constitución en el Artículo 15, sino la de introducir un obstáculo innecesario en la calzada que podría generar mayores problemas para el tráfico. Justamente lo que pide el Reglamento General de la Circulación que no se haga, ya en su Artículo 2.

Bien, pues ahora el Tribunal Militar Central ha sancionado al agente con 12 días de haberes por una falta grave de insubordinación, pese a contar con el testimonio de todos los compañeros del agente sancionado, un cabo y otros agentes con años de experiencia, que asistieron atónitos al insólito dispositivo preparado por el capitán. El abogado del agente sancionado resume la sentencia así:

El Tribunal no nos da la razón porque aseguran que solo se puede incumplir una orden si esta es un delito y no entrar a valorar el fondo de este asunto.

Pero como yo no formo parte de un tribunal, y tú tampoco, podemos "entrar a valorar el fondo de este asunto" gracias a las imágenes que tenemos de aquel momento:

El caos y lo predecible

¿Ves? Y tú que te creías que las cámaras de la DGT no servían para nada... Ahora en serio, si has estado atento al vídeo, habrás visto de todo, pero de todo. Ese capitán que se juega el tipo, ese agente que pasa olímpicamente de seguirle el juego, esos otros que no saben muy bien dónde meterse... y por encima de todo, un dispositivo poco ortodoxo. Caótico, esa es la palabra que me viene a la cabeza.

Mención aparte para las distancias inexistentes que llevan a que más de un conductor se encuentre a los verdes de golpe y sin previo aviso. Mención aparte para los conductores que ven agentes de la Guardia Civil en el carril y son incapaces de cambiar su rumbo. Mención aparte para quienes deciden abandonar la vía desde el carril central, rotonda's style.

Son muchas las menciones que hay que hacer, y no precisamente a la persona de un agente que ve absurdo lo que es absurdo y se niega en redondo a participar en una acción como esta. La sentencia del Tribunal Militar Central hace que uno recuerde el chascarrillo que acompaña a la Guardia Civil, que primero dispara y luego pregunta. Y aquí, lo mismo: tú haz lo que te mandan, y si es incorrecto luego te quejas. Si no mueres en el intento, claro. Si no, es que te falta vocación.

En fin... Esto es lo que hay, supongo.

Si no te ha gustado cómo te lo he contado, aquí tienes una versión más limpia. Y si te ha parecido que me posicionaba demasiado, en primer lugar mi cometido es posicionarme, y en segundo aquí tienes un episodio que viví hace ya cuatro años. Créeme si te digo que aquella tarde de abril podría haber pasado algo más grave de lo que el Tribunal Militar Central estaría dispuesto a reconocer.

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