Rotterdam sabe cuándo y dónde se va a producir un accidente
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Rotterdam sabe cuándo y dónde se va a producir un accidente

La información es poder. Seguro que lo habéis oído más de una vez. La información es realmente valiosa, y hoy todavía más si cabe. Pero ese poder no tiene porqué ser con la acepción de ser más fuerte que, o dominar a otro, sino con la acepción de posibilidad, de ser capaz de hacer cosas que de otra manera no podrías.

Los coches conectados son coches que envían y reciben información en tiempo real, y esto implica que se pueden hacer cosas que antes no se podían. Más allá de cuestiones de ocio, como escuchar música por internet, enviar tuits desde el coche, recibir mails o buscar algo en Google, los coches conectados permiten una gestión mucho más eficaz, e inteligente, del tráfico.

Pues bien, pensemos que tenemos coches conectados que pueden enviar y recibir información como su posición, velocidad, destino y ruta, basta con tener un sistema de navegación GPS conectado, y que esa información llega a un centro de control donde se reciben esos datos de muchos coches. Con el avance de la tecnología esos datos podrían ser más (por ejemplo de cámaras).

Todos esos datos se procesan y se combinan para saber, con total precisión, y con solo unos segundos de demora, cómo se están desplazando los coches por las carreteras.

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Todo es cuestión de controlar el flujo de vehículos

Aquí no se pretende saber quién va en el coche, o a dónde va. Ni tampoco se pretende saber si conduce de día o de noche, o si lo hace superando los límites de velocidad o no. Lo que se pretende es saber qué tal fluye el tráfico por las carreteras, ver dónde se ralentiza el tráfico, conocer los puntos conflictivos donde la densidad es excesiva, etcétera.

Con los algoritmos apropiados, y ordenadores potentes, combinado con los datos de la carretera y su capacidad y con los registros de las situaciones anteriores que guardan memoria de qué ha pasado otros días, considerando la hora, el día, la meteorología, las singularidades por fiestas o eventos, y otros aspectos, se puede predecir con una gran certeza, casi con toda seguridad, cuándo y dónde se va a producir un atasco de tráfico, un poco antes de que se produzca.

Y de la misma manera también se puede predecir cuándo y dónde se va a producir un accidente, o al menos saber que habrá un riesgo muy alto de que se produzca. Hablamos de uno de esos accidentes debidos a la alta densidad de tráfico, que suelen derivar en un despiste, coches que se cruzan intentando entrar y salir, o alcances y colisiones múltiples.

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Rotterdam ya lo ha estado probando

Hay diferentes compañías que están trabajando en este campo, y varias las ciudades donde se están realizando pruebas experimentales (por ejemplo en Colonia). Una de ellas es IBM, y tienen un ejemplo en el que ya están haciendo pruebas de este tipo con resultados bastante positivos.

En Rotterdam, en los Países bajos, hay una carretera cerca del puerto que lleva tiempo teniendo muchísimo tráfico. Pues bien, decidieron monitorizar esa carretera para saber exactamente cómo era el flujo de tráfico y colaborar con el departamento de tráfico para con esa información gestionarlo mejor.

El departamento de tráfico de la ciudad puede entonces tomar medidas preventivas. Puede desplazar algunas patrullas de tráfico para intentar gestionarlo mejor, puede tener en preaviso una grúa para retirar mucho más rápido los coches que se accidenten, o puede controlar el acceso y el fujo de vehículos.

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Esto se puede hacer con un control dinámico de los semáforos o con los carteles de información variable. Así se puede reducir la velocidad máxima de circulación en la carretera varios kilómetros antes, para que los vehículos tarden más en llegar al punto conflictivo y dé tiempo a que se desahogue la situación.

O también se puede informar en los carteles, antes de llegar al atasco, que se debe tomar una ruta alternativa, evitando que más coches queden atrapados y aumenten el atasco. Y con los semáforos dentro de la ciudad se pueden abrir más o menos tiempo, y de manera perfectamente sincronizada, para mejorar el fujo de vehículos donde más se necesite.

Las herramientas que se venían utilizando hasta ahora, las cámaras de vídeo de tráfico y los contadores de vehículos en la calzada, ofrecían posibilidades limitadas. Con los coches conectados se puede tener información mucho más precisa, en todas partes y en todo momento, que hacen que la gestión del tráfico sea más eficaz.

En un futuro no muy lejano, las instrucciones de la gestión del tráfico no se limitarán solo a los paneles de información o semáforos, la podremos recibir directamente en el coche, y en un futuro un poco más lejano, con coches semiautónomos o autónomos, ellos mismos se adaptarán automáticamente a las instrucciones.

Los beneficios para el conductor son claros: se reducen los atascos de tráfico, y también el riesgo de sufrir un accidente.

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Vía | People 4 smarter cities
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