Suena a declaración de guerra, sin embargo, sólo es un comienzo. Francia se posiciona en contra del diésel y sus autoridades tomarán medidas para reducir el impacto medioambiental y en la salud de estas motorizaciones. Sabíamos que a partir de 2015 piensan premiar con 10.000 euros a los que intercambien eléctrico por diésel, sin embargo, las creatividad impositiva gala va más allá y la nueva tendencia apunta a ser "anti-petroleros".
Ha sido esta vez el Primer Ministro, Manuel Valls, quien ha reconocido que favorecer las motorizaciones diésel ha sido un error que van a tratar de subsanar deshaciendo lo recorrido y quitando al diésel los privilegios que le habían sido concedidos. De momento, la medida que mejor suena más impopular tendrá que ver con que, en 2015, repostar diésel en Francia costará dos céntimos más por litro.
De los mismos creadores de este plan, llegan medidas como empezar a discriminar a los vehículos según los agentes contaminantes que generen en concreto o que los ayuntamientos tengan vía libre para limitar el acceso urbano según estos parámetros. Un plan que beneficiará a la movilidad eléctrica indirectamente.
¿Por qué en contra del diésel?
Del por qué de todo esto ya os hemos hablado en muchas ocasiones, a través de estudios generales que nos recuerdan que la contaminación del aire mata a siete millones de personas al año en el planeta, o más concretos que relacionan el diésel con enfermedades como el cáncer, o trastornos como el autismo o el aumento del colesterol, por citar sólo algunos.
En muchas zonas de Europa ha aumentado la concienciación sobre el apoyo que durante décadas ha recibido este combustible, y las grandes ciudades están pasando de medir los niveles de partículas maliciosas asociadas al diésel a buscar fórmulas para paliar esos niveles.
Londres, por ejemplo, está siguiendo una política similar a la que anuncia Francia, bonificando el cambio de diésel por eléctrico y cobrando mucho más a estas motorizaciones por pisar el centro de la ciudad. Todo para evitar que se repitan grandes episodios de contaminación que ya se han vivido allí, o en París. En la capital francesa la pasada primavera saltaban las alarmas, y se aplicaban las medidas para limitar el tráfico.
No obstante, parece que para los franceses estás no se muestran suficientemente eficaces en la lucha contra la contaminación. Prueba de ello es que siguen buscando fórmulas como las de limitar permanentemente la velocidad máxima a 30 km/h en vías urbanas.
Por cierto, en España os hemos hablado del caso de Madrid, que tiene pendiente todavía adoptar un plan similar al de París. En cualquier caso, y como ya sabemos, parece que en medidas restrictivas de este tipo la capital marcha con retraso si la comparamos con las otras ciudades mencionadas. Durante la última oleada de óxidos de nitrógeno lo comprobamos: para que se activen las medidas de alerta casi habría que sentir que se mastica la contaminación.
Restricciones coherentes
Con todo, lo positivo de las medidas que planea Francia es que, aparte de esa cruzada contra el diésel, van centradas en los niveles de contaminación aludidos y más perniciosos. Es decir, en aquellos agentes (PM, NOx o SOx) catalogados como más dañinos y más allá de los niveles de CO2.
Con novedades de este tipo siempre acabamos hablando del caso de Japón y sus políticas para impedir que el diésel ahogase sus ciudades. En este caso, los fabricante podemos decir que pusieron su granito de arena, más que nada, porque invertir en vender motorizaciones diésel en el país del sol naciente era una empresa algo ruinosa.
En Europa, por el contrario, la masificación de diésel comenzó antes de que se pudieran medir sus consecuencias a gran escala. Ahora, autoridades y expertos están de acuerdo en que toca rectificar para volver a una situación más equilibrada para nuestra salud.
Vía | Autoblog
Imagen | Alainalele (CC), Juanedc.com (CC) en Flickr
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