Mercedes Clase G 63 AMG, prueba (parte 2)

Mercedes Clase G 63 AMG, prueba (parte 2)
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El Mercedes Clase G 63 AMG es un sinsentido. Un sinsentido que, como os dije ayer, sería también integrante de mi garaje ideal de 10 coches. ¿Por que? Pues si os digo la verdad, después de conducirlo durante todo un fin de semana, todavía no tengo muy claro el motivo.

Lo que si tengo claro es que esta mole de 2,5 toneladas y 544 caballos de potencia engancha, y mucho. Me costó bajarme de él, y no lo digo por la altura y el salto que hay que pegar para subir o bajar de su interior, sino porque tiene un componente adictivo casi tan secreto como el de la Coca-Cola.

Mecánicamente es sencillo definirlo. Han mezclado el SLS AMG y el G 350 Blutec que probamos el pasado año, aunque con el extinto SLS AMG no comparte el mismo motor. Este lleva un V8 de 5.461 centímetros cúbicos con 544 caballos, mientras que el SLS AMG llevaba un V8 de 6.208 centímetros cúbicos y 571 caballos de potencia. Lo que si lleva es la misma transmisión AMG SpeedShift Plus 7G-Tronic con levas en el volante, que también peca en este de ser en ocasiones un tanto lenta y caprichosa cuando le pides cambios casi imposibles.

Mercedes G 63 AMG prueba

La mayor diferencia entre ellos es que en el SLS vas a ras de suelo, con tu trasero caso tocando el asfalto y sentado justo encima del eje trasero y aquí en cambio vas sentado en posición muy adelantada, más cercana a la de un tractor que a la de un superdeportivo y tienes debajo de tu trasero un chasis de largueros y un conjunto pensado para el monte. Interesante combinación, ¿verdad?

Conducir el G 63 AMG es toda una experiencia. Todo es a lo bestia, y aunque intentes contenerte con el pie derecho es casi imposible bajar de los 20 l / 100 km de consumo. Todo un reto para los hypermillers conseguir que este coche cero aerodinámico sea mínimamente eficiente.

Al lado de la palanca de marchas encuentras una tecla con las opciones C, S y M. La M es de manual y como es lógico puedes cambiar a tu antojo con las levas situadas detrás del volante, aunque no deja que hagas todos los movimientos que quieres. Si quieres bajar de marchas y dejar la aguja de las revoluciones cerca del corte, es posible que no puedas hacerlo.

Mercedes G 63 AMG

La S es Sport, y con ella se destapa la caja de los truenos. La respuesta del coche es mucho más inmediata, las marchas se estiran más, en retención el coche no tiende a pasar rápidamente a la marcha más larga y sobre todo el sonido que emiten las trompetas laterales se vuelve una intensa melodía para los oídos.

A pesar de sus 2.550 kilos de peso, en el G 63 AMG todo pasa muy rápido. Acelera de 0 a 100 km/h en 5,4 segundos y a partir de esa velocidad, no parece tener fin a pesar de que el conjunto no anima a estirarlo mucho más allá. Al igual que ocurría en el G 350, impone respeto rodar rápido con este coche, ya que aunque se ha trabajado para endurecer las suspensiones, es constante el "bailoteo" del chasis de largueros. La velocidad máxima es de 210 km/h, pero no me atreví ni a acercarme.

En zonas de curvas esta sensación se acentúa. La dirección no es nada directa, así que toca trabajar con el volante para meterlo en la curva. Pero antes toca pararlo, y aunque el sistema de frenos tiene potencia suficiente para detener semejante mole, las inercias son tan grandes que te sientes como cuando apuras la frenada en una moto y se te empieza a mover de lado a lado.

Mercedes G 63 AMG prueba

Dentro de la curva toca pelearse con el volante de nuevo para mantener la trayectoria y corregir movimientos. Y por cierto, si lo habías pensado te recomiendo que no des gas antes de tiempo en apoyo.

Aunque el ESP y el control de estabilidad actúan muy rápido, con esta bestia del asfalto todo pasa a una dimensión diferente y te aseguro que un susto por exceso de gas en un coche así no es algo divertido.

No lo es porque los errores que los superdeportivos de hoy en día te perdonan, en el G 63 AMG se pueden pagar muy caros. Utiliza casi la misma base que el Clase G de los años 70, un chasis de largueros pensado para otros menesteres y no para montarle un “motoraco” AMG. ¿A quién se le habrá ocurrido esta genialidad?

Mercedes G 63 AMG

Adaptándome a la bestia

Cuando cogí el coche en Mercedes, alguien había dejado activado el modo Low Range, las marchas cortas para la práctica del todoterreno. No os imagináis la cara que se me quedó cuando nada más salir del garaje de Mercedes y sin poder resistirme a mis instintos más primarios, pisé a fondo el acelerador y vi cómo el coche subía de marchas de forma casi instantánea con esos 544 caballos empujando, sin que apenas avanzase.

Una vez superado este error de novato y ya con las marchas High Range puestas, tocaba irse haciendo a los mandos de uno de los coches más característicos de cuantos he conducido a lo largo de mi vida.

Vas al volante de un auténtico tanque, te sientes superior al resto y es inevitable mirar a los demás usuarios de la vía por encima del hombro, sobre todo si tenemos en cuenta la altura a la que nos movemos. El tacto del coche es extraño. No se como explicar lo que se siente al volante de un tractor de 544 caballos de potencia, pero os aseguro que necesitarás de un pequeño proceso de adaptación para hacerte con el.

Mercedes G 63 AMG

Los movimientos de carrocería que tan nervioso me ponían en el G 350 Blutec aquí han desaparecido en parte, gracias a unas suspensiones puestas a punto por AMG, un poco más rígidas que en el resto de G pero no excesivamente incómodas. Por lo demás, las sensaciones son muy similares a las del modelo diesel.

Después de un buen rato al volante y de tener ya estudiados todos los mandos del coche me atrevo a darle un poco de "chicha". Piso el acelerador a fondo y el coche automáticamente, al mismo tiempo que emite un zumbido atronador baja dos marchas y comienza a empujar como una embarazada en pleno parto.

Es imposible que tu cuerpo se despegue del asiento, ya que aparte de los 544 caballos que están empujando como el quinto de caballería, tienes también 760 Nm de par entre las 2.000 y las 5.000 RPM que te siguen pegando al asiento.

Mercedes G 63 AMG

Os aseguro que impresiona mucho ir ahí arriba, en un tanque de dos toneladas y media de peso y sentir como esta bestia acelera de 0 a 100 km/h en 5,4 segundos un registro que solo supera el G 65 AMG que consigue hacerlo en una décima de segundo menos a cambio de un precio que casi dobla al de este..

La dirección no es excesivamente directa, algo lógico si tenemos en cuenta que constantemente tienes que estar haciendo mínimos movimientos de volante para corregir la trayectoria por la que el chasis de largueros no quiere que vayas.

Precisamente esa mezcla entre las sensaciones que sientes únicamente al volante de un todoterreno puro y las que sientes al volante de un superdeportivo como el SLS AMG son las que hacen a este coche único.

Mercedes G 63 AMG

Sobra decir que por ciudad no es el coche más práctico del mundo. Cuando llegas a los semáforos el start/stop apaga el motor V8, que cada vez que vuelve a encenderse emite un sonido impresionante. Eso, unido a unos desarrollos de la caja de cambios bastante cortos, te incitan constantemente a salir de los semáforos haciendo lo que no deberías hacer. Fue el quien me incitó, yo no quería.

A pesar de que a la vista parece un coche muy aparatoso, la realidad es que mide menos que muchos otros todoterrenos. Su carrocería de 4,73 metros de largo le sitúan por debajo de un GL, y por tanto si aprendes a medirte con la cámara de visión trasera situada en el techo, conseguirás hasta aparcarlo en línea.

Por lo demás, tendrás que acostumbrarte a que absolutamente todo el mundo te mire, desde el niño pequeño que cruza por delante tuya en el semáforo hasta la viejecita que se asusta cuando te ve llegar. El Mercedes G 63 AMG impresiona hasta a un ciego, nunca mejor dicho después de escuchar su impresionante sonido.

Mercedes G 63 AMG

Los consumos por su parte, en ningún momento van a bajar de 22 litros cada 100 kilómetros, pero eso no importa. ¿Qué importa si vas disfrutando del G 63 AMG? Nada de nada.

Con tacones por el monte

No queríamos probar un G y no meterlo por el monte. Aunque esta versión AMG no está precisamente pensada para abandonar el asfalto (llantas de 20 pulgadas, estribos, escapes laterales muy expuestos, carrocería de color nego mate de 6.233 euros fácil de rascar...) este coche en esencia fue creado para eso, para andar por el monte.

Así pues, decidimos abandonar el asfalto y aventurarnos con el por el campo. Sobre pistas de grava, el G 63 AMG es una máquina de generar adrenalina. Es como si tu Nespresso en lugar de darte café te diese chutes de adrenalina.

Con 544 caballos de potencia, te puedes imaginar que los ritmos a los que puedes ir con este trasto por el monte son poco sanos. Es fácil imaginarse que estás haciendo el Dakar y compitiendo contra Nani Roma por Argentina, Bolivia y Chile.

Mercedes G 63 AMG

Pero ojo, porque aunque esa dirección poco directa de la que hablábamos antes ayuda a que en el campo el coche transmita más confianza que en carretera (no recomiendo una dirección directa para montaña), también deberás tener en cuenta la masa que llevas entre manos y el ritmo al que vas cuando tengas que trazar las curvas.

Aquí no hay concesiones a la duda, o entras en la curva o te vas fuera. Pero en parte en eso radica la diversión de este coche. Aunque la suspensión es más firme que en las versiones normales, el coche es utilizable por el campo y pasa los agujeros y zanjas sin inmutarse demasiado.

Es más, la lluvia y el barro que nos acompañaron durante la sesión de fotos nos animaron a llevarlo por zonas que en principio no teníamos previsto, y las sensaciones fueron muy buenas.

Mercedes G 63 AMG prueba off road

Afrontamos pendientes con bastante ángulo, roderas de barro profundas y el coche lo superó sin inmutarse. Solo en una de ellas preferí activar la reductora Low Range, que en este caso por el destrozo que hacen en el terreno los 760 Nm de par motor que entrega entre 2.000 y 5.000 RPM, debería llamarse modo cosechadora.

Eso si, el G 63 AMG parece que pasa por dónde pasarías con un G 350 sin el más mínimo problema. Sus aptitudes todoterreno se ven inalteradas a pesar de las modificaciones hechas por AMG. ¿Conseguirían hacer lo contrario con un SLS AMG? Si han conseguido hacer un G 63 AMG 6x6 mejor no retar a los chicos de Affalterbach y volver al negro asfalto para sacar conclusiones.

Entre el diluvio universal, el fin de semana en compañía del Mercedes Clase G 63 AMG poco a poco iba llegando a su fin, y a medida que el lunes se acercaba, mis ganas de seguir montado en este coche se multiplicaban exponencialmente.

Mercedes G 63 AMG

Mercedes Clase G: nuestra puntuación

.1

Diseño exterior 9
Diseño interior 7
Calidad 7
Habitabilidad 7
Maletero 9
Motor 10
Seguridad 6
Comportamiento 5
Comodidad 5
Precio 6

A favor

  • Exclusividad
  • Comportamiento campero
  • Sonido del motor
  • Concepto único
  • Acabados interiores

En contra

  • Precio
  • Consumos
  • Confort
  • Apertura portón posterior
  • No tengo uno
Mercedes G 63 AMG

Ficha técnica

Versión probada   63 AMG
Cilindrada5461 cm³ Tipo de tracciónIntegral
Bloque motorV8 biturbo CombustibleGasolina (mucha)
Potencia máxima (CV @ rpm)544 @ 5.500 Capacidad del depósito96 litros
Par máximo (Nm @ rpm)760 @ 2.000 - 5.000 Consumo urbano17,2 l/100 km
Masa en vacío2550 kg Consumo extraurbano11,8 l/100 km
Velocidad máxima210 km/h Consumo mixto13,8 l/100 km
Aceleración 0-100 km/h5,4 segundos Capacidad maletero480 litros
TransmisiónSecuencial 7 marchas Precio164.000 euros

Así suena el Mercedes Clase G 63 AMG

El coche para esta prueba ha sido prestado por Mercedes. Por desgracia, la lluvia nos acompañó durante los tres días de la prueba, de ahí que no hayamos podido grabar el video que pedís. Al menos os podemos ofrecer el impresionante sonido. Si Mercedes nos deja otro en verano os prometo un video. Agradecimientos a Samsonite. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas

Fotografía | Javier Álvarez
En Motorpasión | Mercedes Clase G 63 AMG, prueba (parte 1)

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